La máquina que supuestamente captó imágenes de Jesucristo
El 2 de mayo de 1972 el periódico italiano “Domenica del Corriere” publicó una noticia insólita que sorprendió a miles de lectores: un equipo de científicos – entre los que se contaban Enrico Fermi y Wernher von Braun-, dirigidos por el monje benedictino Marcello Pellegrino Ernetti, habían inventado una máquina llamada cronovisor, capaz de obtener imágenes y sonidos del pasado.
El padre Ernetti aseguró en ese mismo periódico que la máquina, bautizada como cronovisor (es decir, “visor del tiempo”) se basaba en el principio de la física clásica según la cual “la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma”, es decir, las ondas visuales y sonoras eran energía y, por lo tanto, estaban sometidas a las mismas leyes físicas de la materia. De ese modo, lo que el cronovisor podía hacer era acceder a las ondas luminosas y sonoras del pasado, recomponiéndolas y reorganizándolas en las mismas imágenes y sonidos que las habían formado en su origen. “Las ondas visibles y sonoras del pasado no se destruyen. Y no lo hacen porque son energía. La grandeza de nuestro invento, que llamamos cronovisor, radica en poder recuperar esa energía y recomponer las escenas del pasado”, afirmó el religioso.
El padre Ernetti reveló, por cierto, que gracias a este invento había logrado fotografiar a Jesucristo agonizando en la cruz, la destrucción de Sodoma y Gomorra, y otros grandes eventos históricos, como la fundación de Roma en el año 753 A.C. Además, gracias al mismo cronovisor, se había podido recomponer, en su versión original, la desaparecida obra “Thyestes” (o “Tiestes”), escrita por Quinto Ennio y representada en Roma en el año 169 A.C.; así como el texto original de Las Tablas de la Ley que Dios le entregó a Moisés en el Monte Sinaí, aparte de presenciar a personajes como Napoléon, el filósofo romano Cicerón y otros fabulosos y trascendentales episodios históricos y bíblicos.
Curiosamente, en 1988, el Vaticano emitió un decreto en el que advertía que “serán excomulgados todos aquellos que capten o divulguen con cualquier instrumento técnico acontecimientos pasados”. Una advertencia totalmente innecesaria si se tiene en cuenta que trata sobre algo que presuntamente jamás ha existido, aunque para otros fue un claro indicio de la existencia real del cronovisor, uno de los presuntos secretos mejor guardados del Vaticano.
El padre Ernetti, antes de fallecer en abril de 1994, escribió una carta donde insistió que la existencia de la fabulosa máquina era cierta, pese a que muchos sostuvieron que se trataba de una farsa.